domingo, 2 de octubre de 2011

Envidia

La envidia es un sentimiento curioso. Podría decirse que es un sentimiento retorcido. Y creo que es el único que puedo calificar así. Aparece y se enrosca en tu piel, en tus células, en tu sangre, en tus entrañas, en tu alma. Y no se va. Por mucho que tú quieras que se vaya. Ahí se queda, agazapada. Retorciéndose, buscando caminos sinuosos y complicados. Aparece. Y desaparece. Y vuelve a aparecer.

Sí. Es un sentimiento retorcido. Un sentimiento que no podría calificar de otra manera. El resto son más simples. El odio es el odio. El amor es el amor, aunque también tenga caminos sinuosos. La alegría es la alegría. La tristeza es la tristeza. La envidia es...

...algo que te come por dentro. Que te devora las entrañas y sale hacia afuera de la manera más insólita, porque la víctima, eres siempre tú, que quedas invalidado por ella. Lo de afuera es mejor que tú. Dejas de mirarte. Dejas de saberte ver. Olvidas tu valor y pierdes la perspectiva.

Porque lo de afuera es siempre mejor. Lo de dentro no vale. Y eso te va pasando, mientras la envidia se enrosca sinuosa en tu pellejo.

Y cuando ya ha conseguido eso, que pierdas la perspectiva, la forma de mirar, el enfoque...entonces, dependiendo de tu mayor o menor control, tratas de invalidar lo de fuera, igual que ya has hecho con lo de dentro. Buscas mil y un argumentos, y cuando los argumentos ya no sirven, buscas estrategias.

Estrategias para desvalorizar. Estrategias para hacer daño. Estrategias para matar aquello que está fuera y que te ha matado a tí.

Muy pocas veces entiendes que has sido tú...el que te has matado a tí mismo...de pura envidia...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida Electra:

Esta vez estoy algo menos en desacuerdo contigo, aunque la descripción que haces de los sentimientos y posibles consecuencias de la envidia deben corresponder a casos extremos, que deseo que no hayas experimentado. No obstante, se me ocurren algunas consideraciones que formular.

La primera es que, según dices y pareces creer (yo pienso que es falso) hay que "atreverse a ser lo que somos y a disfrutar de ello". por tanto, si la envidia hubiera anidado en alguien, debe disfrutar de ella, en la que, sin duda, habrá algún elemento que suministre algún tipo de placer.

Por otra parte, yo considero la envidia menos individualmente específica del ser humano que otros vicios o inclinaciones que forman parte de nuesta forma de ser. Se puede ser y nacer egoista o soberbio o salaz, por poner unos ejemplos, pero no se es envidioso. La envidia es sobrevenida. Se tiene envidia de alguien. De alguien concreto, conocido, con rostro. Hace falta otra persona y no basta con nosotros mismos.

Esto hace, a mi juicio, que, a diferencia de otras inclinaciones, erradicar el sentimiento de envidia (de alguien)deba ser relativamente fácil, si aceptamos que, siendo todos los humanos esencialmente iguales, no podemos pretender que no sean distintas las cualidades no eseciales o que se posean en grados muy diversos. Y no hace falta recurrir a la religión para aceptarlo de buen grado. La justificación (si es que pudiera vislumbrarse) o motivación de la envidia se vienen abajo y aquí sí creo, por las razones que he expuesto, que una acción decidida de nuestra razón y de nuestra voluntad pueden terminar con ella.

Naturalmente, me he referido a la envidia corrosiva que describes y no al simple y sano deseo de emulación, que muchas veces constituye un poderoso instrumento de superación.

Xenxo dijo...

Sí, ya lo decía laRochefoucauld "la verdadera prueba de que se ha nacido con grandes cualidades estriba en haber nacido sin envidia". Además, y sigo con el mismo autor, el motivo de envidia caduca (como todo lo superfluo) y en cambio el sentimiento permanece, es como seguir padeciendo por una enfermedad ya sanada: "nuestra envidia dura siempre más que la dicha de aquellos a quienes envidiamos". Y yo que siempre trato de eliminar capas y telarañas digo, se puede tener envidia de personas que se encuentran con nosotros en el mismo punto? respirando el mismo aire, alumbrados por el mismo sol, zozobrados por los mismos vientos, alimentados por las mismas entrañas de madre tierra, con la misma sentencia sobre nuestras existencias firmada por padre tiempo? acaso esas verdades universales no nos asemejan lo suficiente que aún vemos diferencias? acaso nos vamos a alterar por diferencias a nivel microscópico? El amor que mueve el mundo mira con las miras de un telescopio, dejemos los microscopios para los que quieran permitírselos.